martes, 6 de agosto de 2013

Jornada Mundial de la Juventud

Hace 8 años atrás inicié un viaje que no pensé que me iba a cambiar la vida en tantos aspectos.

El 6 de Agosto de 2005 viajé a Alemania, a la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia. Al lugar donde reposan las reliquias de los Tres Reyes Magos, Melchor, Baltazar y Gaspar. 

No fui solo, viajé junto a mas 3500 chilenos peregrinos individuales y de movimientos apostólicos. Desde muy lejos "Hemos venido a adorarle". 

Compartir con un pueblo alemán solidario y que siendo minoría católica, muy comprometidos con sus parroquias y pastores. 

Conocí en mi grupo a grandes personas, que con diversas motivaciones viajaron pero que claramente, se al igual que a mi, la vida nos cambió. La experiencia de la JMJ Colonia 2005, marcó mucho en mi vida y en la de ellos.

No es un paseo, no era ni es ni será un objetivo turístico. Es compartir, la experiencia de Cristo Resucitado en cada uno de los corazones de millones de jóvenes. De como lo vivieron mis compañeros de grupo, eso lo tendrán que decir ellos. 

Había algo especial también. Conocía muy bien y de antes Alemania. Sin haber pisado jamás antes suelo alemán. Pero ver que en forma muy sencilla hacen  tantas cosas que ayudan al bienestar de cada hogar. 

Conocer las Iglesias católicas y luteranas donde ambas llevan cruces en sus pináculos. Pero donde las católicas son las que tienen un gallo sobre ellas. Diferencias que no son tal, cuando ambas hablan de la resurrección de los muertos. De la vida después de la vida. 

De también, como Cristo habla desde las vivencias de cada cual y nos muestra como espejos lo que somos y de como y debemos cambiar eso. Esto último en aquel entonces no lo había dimensionado, sino mas bien después, años después.

Lavarme las manos en el Rhin, caminar a las orillas de él en Düsseldorf y con mi bandera chilena llevada en mi espalda, diversas personas se acercaban a mi para saludarme y preguntarme sobre Chile. Son recuerdos extraordinarios.

La belleza de sus estructuras antiguas, iglesias, castillos, puentes, caminos, autos, rios y por cierto la lindísima comunidad femenina alemana y su gran acogida. Su sistema de vida, sus festivales juveniles combinados con las actividades que los alemanes organizaron para este gran encuentro masivo de jóvenes con Cristo, realmente impagable.

Mención aparte para Sabine Pfeil y Kristina Lusic, quienes me acompañaron en mis viajes por el sur de Alemania, en ciudades como Munich, Spayer, Stuttgart, Colonia, entre otras. Eternamente agradecido. 

Las amistades alemanas, mexicanas y chilenas que hice, no hubiera sido posible sin el encuentro masivo con Cristo en Alemania. A Dios infinitas gracias por haber cambiado mi vida, en torno a los mas necesitados, partiendo por los invisibles sociales. Y por la transformación que hizo en mi a partir de ese año 2005 hasta la fecha.

A Dios y la Mater, muchas gracias. A mi familia, infinita gratitud. 

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