Yo
no presencié lo ocurrido el 11 de septiembre de 1973. Yo nací en 1977. Y a 40
años de aquel hecho, les comparto mi visión.
Recabé
información de lo ocurrido de diversas fuentes, diarios de la época,
testimonios personales de un lado y otro. Personas que vivieron y que defienden
y atacan las visiones de esos álgidos años en Chile.
Quise
también saber y recabar la información de otros procesos dolorosos de Chile, y
me encuentro con lo sucedido en 1891 y de cómo una generación completa también,
vivió la violencia política como forma de acción. Comparar ambos hechos, no es
el propósito de este artículo, pero si me da luces de cómo debemos enfrentar
los 40 años que se conmemoran en 2013.
El
Presidente José Manuel Balmaceda Fernández buscó desde antes de ser Presidente
de Chile, la integración social y económica de nuestro país. Analizó junto a
sus asesores como Chile estaba en sus provincias, ciudades y localidades y de
cómo el desarrollo económico estaba dejando afuera a la gran mayoría de chilenos
que trabajando, ayudaban a enriquecer a algunos. Creyó siempre que la forma de
traer el esplendor a Chile, era conectándolo con caminos, vías, puentes y
mejores puertos. Pero también con impuestos a las grandes fortunas de ese
entonces, que poco y nada ayudaban a Chile.
Ya
el lobby de aquella época era muy fuerte y estaba fielmente representado en el
Congreso Nacional con Ramón Barros Luco, Waldo Silva, y otros. Y en las Fuerzas
Armadas con la Armada Nacional y un sector del Ejército. El nivel de corrupción
que llegaron las instituciones mencionadas, no se había visto jamás.
Hombres
y mujeres de fines del siglo 19 de todos los sectores, llevaron a Chile a una
guerra civil horrible, y que hasta el día de hoy, las localidades de Placilla y
Con Con aun recuerdan.
Pero
tuvo que pasar mas de 50 años para que Chile se reencontrara de nuevo con lo
sucedido en 1891. ¿Por qué tanto tiempo?. Porque tuvieron que morir todos los
que vivieron aquella época y fue otra generación que se encargó de unir a la
Patria.
Efectivamente,
hasta el día de hoy, existen divergencias entre uno y otro bando de 1891. Pero
esta se da un contexto académico histórico. Tal como pasa con copiapinos y
serenenses con Pedro León Gallo y el Presidente Manuel Montt y el conflicto
civil de 1859.
La
crisis política de Chile después de la II Guerra Mundial y las improvisaciones
visionarias de un partido o líder de turno, llevaron a que civiles y militares
el 11 de septiembre de 1973 le dijeran no mas a la Unidad Popular de Salvador
Allende. Y Chile cambió para siempre en todo orden.
Los
actores de esos años de uno y otro bando aun viven. Ellos, a mi juicio, no
harán que Chile se reencuentre. No es posible. Es mi generación la que debe
hacerlo, pero aun no podemos. Debemos seguir esperando. Pero es un deber
nuestro hacerlo.
Para
lograr lo anterior, es seguir recabando información de aquellos que
participaron. Les digo, no basta los informes Rettig ni Valech, ni la Mesa de
Diálogo del ex Presidente Frei Ruiz-Tagle, ni los libros de los militares presos.
Falta información, y esa es “pega” nuestra.
La
información con hechos que la sustenten, esa es y será siempre la verdad. Lo
que de ahí emane es siempre opinable y discutible. Pero los hechos son
indubitados.
Lo
interesante si, es que ahora se discute quienes políticamente participaron de
tales hechos, pero no impide el normal desenvolvimiento de Chile.
En
este 2013, tenemos desafíos nuevos, de problemas heredados, algunos nuevos y
otros por venir. Y creo que recurrir a los mismos de siempre, no quiero.
Desconfío de ellos. Es mi generación la que gobernará en los siguientes 30 años
y que en conjunto con quienes nacieron a fines del siglo pasado, debemos
mejorar y dar el salto que Chile reclama desde los campos con inmigrantes,
desde las minas de cobre con daños ambientales, desde las importaciones chinas
con perjuicio a la industrialización, desde las tierras patagónicas y su
insoportable desconexión con Chile, desde una educación y salud acorde con los
nuevos tiempos y realidades regionales que sufren del centralismo. Son estas y
otras mas, las que debemos abordar. Pues no quiero que la generación de fines
de este siglo nos juzgue a nosotros, como lo hago con los que estuvieron hace
40 años y llevaron a mi país a un conflicto que pudo haberse evitado.
Los desafíos del Chile de ahora, son parte de la revolución pendiente que debemos abordar, pues los pobres de ahora y de antes, no pueden esperar mas.